En el tercer barrido por el viento y sorprendente mañana brillante Dahab me arranqué del santuario acolchado y protegido del pabellón beduino con vistas del Golfo de Aqaba para reunirse con el grupo de yoga hablador perdiendo el tiempo en la mesa de desayuno de madera grande. Yo había tenido mi terraplén del delicioso queso blanco falta y salado, los pimientos y pan sin levadura recién hecha y preferido para beber mi té de distancia de la chit chat rajastic de mis nuevos compañeros de yoga. Me arrastré de vuelta a estos estorninos envueltas en fibras naturales suaves para protegerse del frío del desierto subyacente para escuchar lo que la tan anunciada (y dinero hilado yo cínicamente anexa) visitar de la guía local tenía que decir acerca de un posible viaje del desierto.
Profesor de yoga demacrado agresiva pasiva Celia sabía exactamente lo que ella quería que nosotros elegimos hacer. Recibí un disparo en llamas para tratar de inventar una combinación aparentemente totalmente imposible de viaje desierto y reserva natural.
El guía me invitó a sentarme, irritado me negué. Se sentó alta y magra en su silla de madera en su chilaba gris y habló sobre posibles aventuras y absolutamente encantado. Con su bigote recortado y cabello grueso ondulado que se parecía a una como una película muda versión pintada grasa estrellas de sí mismo.
Malhumorado Pues el esconderme de nuevo a mi soledad acolchada que mirar al mar. Un par de capítulos de una novela posterior (que fue John Galt de todos modos) y caminé a lo largo de la peatonal y la ruta del mar curvas ecuestre que se extendía entre las tiendas de campaña y cojines escasamente pobladas y sus cuatro homólogos de paredes. El sol, alto sobre la cabeza de fieltro perjudicial y el mar brillaban y brillaban todo el camino hasta las paredes de la montaña amenazantes de Arabia Saudita.
Alguien renunció a mí como llegué al centro de buceo ocupado y me comí más hummus con dos de mis nuevos conocidos antes de salir de nuevo a solas a lo largo de la ruta de acceso al mar y entre los restauradores que vendan duro y vendedores ambulantes de bric-a-Brac puse la guía encantador, el proveedor de los sueños beduinas. Cerca de seis pies seis años quedó envuelta en túnicas bebiendo delicadamente sobre la paja en una pequeña caja de cartón de jugo. Él sonrió y dijo hola y me preguntó si quería un recorrido por la zona de los alrededores, para ver el cañón y las vistas. Cínicamente, Pensé después, Le pregunté el precio de la excursión y afrentado él me dijo que era libre.
I stayed at the Coral Coast Hotel (which refreshingly doesnt have a website yet, but you can google it!) in Dahab, and flew with Easy Jet
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